De nuevo seguimos con las aportaciones que recibimos a través del correo electrónico, twitter y facebook. Esta vez de la mano de @suesetano, que como habitual colaborador, nos traslada sus inquietudes sobre algunas de las jugadas o situaciones que presencia como espectador.
En este caso, nos pide una reflexión sobre porqué a distintos niveles, se valoran las pitadas de una manera totalmente diferente.
Nos expone el caso en que un equipo que juega a nivel federado, se enfrenta con un equipo que lo hace a nivel escolar. El árbitro, que también suele pitar escolares, según @suesetano, pita faltas, por ejemplo, que en la liga donde juega su equipo, los árbitros pasan por alto.
Esta cuestión que se nos presenta, es interesante, aunque no deja de ser un arma de doble filo. La explicación más lógica y sensata, es que el objetivo de los árbitros es lograr un arbitraje ACEPTADO. Para conseguirlo, se deben adaptar a la categoría que pitan, a los recursos que tienen los participantes y a lo que el partido en ese momento requiere.
Un ejemplo claro que podemos tomar, son las situaciones de poste bajo que vemos por la televisión, a nivel de ACB y Euroleague, por ejemplo.
En estas jugadas, los pívots de ambos equipos, cuando el balón ha de meterse dentro de la zona, inician una sucesión de golpes, empujones y mamporros varios, que uno por uno, son todos falta, tanto en ataque como en defensa.
Pero porqué estos jugadores no se quejan?
La respuesta es sencilla. Porque tienen los recursos adecuados para que esos golpes y empujones, no les supongan una gran desventaja a la hora de desplegar su juego, tanto ofensivo como defensivo.
El problema de estas situaciones, viene cuando uno de los participantes, no tiene el nivel físico o técnico para soportar esa situación, y los contactos le suponen una clara desventaja.
Es entonces cuando unos contactos que en otras situaciones no suponen más que unos breves momentos de tensión en la pintura, se convierten en faltas claras que se han de sancionar.
De la misma forma, que cogemos como ejemplo la ACB (entendiéndola como la élite del baloncesto), podemos hacer la misma extrapolación a todas las categorías que se nos ocurran. Si valoramos los contactos de un partido de minibasket, seguramente, contaremos infinidad de contactos que podríamos sancionar con faltas sin que nadie se quejara.
Mientras que, a medida que subimos de categoría, los árbitros han de ser más selectivos a la hora de valorar los contactos, para aplicar de forma correcta el concepto de ventaja y desventaja para sancionar solo lo que permita hacer que el arbitraje sea aceptado por todos los participantes.
Es habitual, viendo con árbitros de distintas categorías un mismo partido de formación (de minibasket a cadetes, por ejemplo), oír el típico comentario de… “eso en mi categoría no lo pito”. Y es totalmente cierto, este árbitro en su categoría no pita ese contacto. Pero no porqué no quiera, o porque no sepa que seguramente el defensor o el atacante estará haciendo algo que no debe, sino porque el juego no lo pide, y muchas veces, incluso los jugadores no lo quieren.
Como anécdota personal, puedo contaros una situación, en la que después de pitar una falta en defensa, el jugador defensor se quejó (como en muchas otras ocasiones suele pasar).
Pero lo que más me sorprendió, fue cuando el atacante, que disfrutaría de un tiro adicional ya que había metido la canasta, me dijo: “no pongas el listón tan bajo, aquí no somos nenas. Nos gusta también algo de contacto”.
Conste que no estoy diciendo que se deba dejar de pitar, sino que el arbitraje ha de ser distinto en cada partido. Ha de adaptarse a lo que requiere en ese momento el partido (dependiendo de la agresividad de los participantes en ese momento) y a las habilidades técnicas y motrices de los participantes, para poder realizar de forma correcta sus movimientos, soportando los contactos que provoque el contrario sin generarles gran desventaja.
23/06/2011 – Arbitrando Baloncesto
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